EL PASO DEL TIEMPO

Queda menos de un mes para que se cumpla un año desde que se fue mi Camilito. Que idiotez más grande es esto que llaman tiempo. Si antes me parecía una ilusión, ahora me parece una ilusión y una idiotez por partida doble. ¿Quién que haya perdido un hijo puede decir que un año es realmente un año?. Cada calendario me parece casi un insulto ahora. ¿Un año?. Un año cuenta cuando quieres terminar una carrera, un año cuenta cuando quieres saber cuándo llegará el próximo verano, en fin. El tiempo es una ilusión que nos mantiene haciendo equilibrio en una cuerda, en un extremo el pasado, en el otro el futuro, y mientras tanto perdemos el presente por seguir contando el tiempo. Eliminada la cuerda, sólo está el eterno presente. Para mí, ya van milenios en que no veo a mi hijo, este tiempo sin él han sido milenios incalculables, en que cada día cuento al menos 20 suspiros de añoranza. Y al mismo tiempo están los recuerdos vivos como si se hubiera ido ayer, como si esta experiencia hubiera comenzado ayer. Entonces ¿qué más da el paso del tiempo?. Un día o mil años no serán nada o serán todo, depende sólo de la actitud que tomemos. Tiempo, tiempo, tiempo, tiempo, lo repito para que pierda el sentido, menos sentido aún del que ya tiene para mí. EL TIEMPO NO EXISTE. Por tanto, cada segundo es la vida entera, lo que hagamos con cada segundo conforma nuestra vida. El pasado y el futuro no existen. Por lo tanto si tomo la decisión hoy de estar lo mejor que puedo estar, en realidad estoy creando mi propia realidad que se extenderá en un presente eterno. Hoy mi hijo es invisible a mis ojos, debe estar feliz, como todo un superhéroe! Es uno de los mejores poderes. Invisible a mis ojos, inversamente proporcional se levanta más y más cada día en mi corazón. Mi clave: sembrar a cada segundo en este terreno desierto que llamamos tiempo.

El tiempo es una ilusión. Unas horas más, unos años más, sea lo que sea, veré a mi hijo nuevamente, mientras tanto puedo seguir sembrando en esto que llamamos tiempo.