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sábado, 16 de junio de 2012

CAMILO #1


   Camilo avisó que vendría a fines del mes de Marzo del año 2006, avisó formalmente, porque a mí me avisó siempre durante los 21 años anteriores, que llegaría cuando yo tuviera 21.

   Camilo cuando llegó a mi vientre,  nunca me causó nauseas, ni mareos, ni asco a sabores u olores, Camilo llegó armónico, sereno, serenidad que se reflejaba en la somnolencia que yo sentía durante el embarazo. Camilo me habló en un sueño, cuando ya llevaba menos de 3 meses en mi vientre, me avisó que nacería como hombre, me dijo varias cosas más, entre esas dijo que estaría poco tiempo conmigo en esta vida y me habló como adulto, Camilo siempre habló como adulto, incluso estando en mi vientre.

   Durante el embarazo, Camilo escuchaba atento las interminables lecturas que yo le dedicaba y todo lo que tenía para contarle y cantarle, y se movía feliz cuando algo le gustaba mucho, y me pagaba pataditas si dejaba de leer, para que siguiera y cuando volvía a leer se quedaba tranquilo de nuevo. Camilo se movía tranquilo en el vientre, como nadando en calma si le ponía música clásica o sonidos de la naturaleza.

   Mientras estaba en el vientre, y yo le preguntaba si le gustaba alguno de los posibles nombres pensados para él, no se movía para responder, nunca pareció gustarle alguno de los que le pregunté, y nunca me dijo en sueños si es que prefería alguno en especial (eso era lo que yo deseaba: ponerle los nombres que él me dijera “directamente” en algún sueño), pero Camilo se movió mucho y me hizo sentir muy feliz cuando le pregunté si le gustaban Camilo y Alonso, porque eran los nombres que con su papá encontramos y que no coincidían con ningún integrante de la familia, nombres limpios, sin pasado, sembrados solamente para él. Camilo Alonso entonces aprobó sus dos nombres civiles y así se llamaría. Gopal Ruchi das sería su nombre espiritual.

   Camilo nacería Libra, a principios de Octubre, no por cesárea, porque yo quería un parto natural, salvo que fuera estrictamente necesario por su salud y nunca hubo necesidad de cesárea.

   Camilo avisó con la primera contracción que nacería, a la 1 de la mañana del 9 de octubre de 2006, y a las 11:40 am del mismo día, nació por parto natural. Camilo nació rosado y se mantuvo rosadito a pesar del frío de este mundo, menos cálido que el vientre donde estuvo por 9 meses. Camilo nació y a los pocos segundos abrió completamente los ojos, con mirada adulta intentaba verlo todo, pero debe haber caído en la cuenta de que todo era borroso a los segundos de nacido, pesó 3,450 kg y midió 51 centímetros. Después de intentar observarlo todo, Camilo lloró, lloró con un llanto fuerte, la potencia de mi leoncito recién nacido. Lo tomé en brazos y me miró con los mismos ojos que me miró la primera vez que soñé con él. Camilo no miraba como guagua, miraba como anciano.

   Camilo solamente quería estar en brazos, y así fue siempre mientras lo quiso, tomó solamente leche materna hasta casi los 7 meses, después siguió tomando, pero yo ya no tenía tanta como para que siguiera solo con esa. Era hermoso, tenía una mirada hermosa, desde que nació me podía perder en su mirada, mirarlo era como ver mil universos completos encerrados en sus ojos.

   Camilo me secaba las lágrimas cuando me veía llorar, y reíamos juntos día a día. Caminó al año, dormimos juntos siempre, hasta el último día.

   Camilo adoraba a su tata, arreglaban cosas juntos, martillaban, pintaban, salían mucho a pasear a las plazas, el tata siempre lo acompañaba cuando Camilo quería andar en bicicleta. Y Camilo siempre acompañaba a su Yeya cuando ella quería salir, y comían helados. Camilo era el único niño que conozco, que no miraba con respeto temeroso a mi hermano Cristóbal (mi hermano es alto, usa barba y tiene expresión seria casi todo el día, así que los niños lo miran con distancia por lo general). Camilo adoraba a su primo Maxi, solamente lo vi jugar libre con el Maxi, con los demás niños no siempre entendía como jugar, era feliz jugando con su colección de autos, con sus gogos, con sus peluches y sus muñecos de súper héroes, sobre todo Spiderman, Iron man, Hulk y Batman, también con su muñeco del último maestro del aire.

   Cuando era más grande, cerca de los 4 años, Camilo en invierno, cuando lo vestía y le ponía chalecos, se ponía poleras del hombre araña sobre el chaleco. Se veía tan apretado con una polera sobre el chaleco, pero así quería vestirse él.

   Camilo ansiaba ir al colegio, el primer día de clases no lloró. De ese colegio no me gusta hablar, prefiero no hacerlo, y de elegir, no volvería a pisar jamás ese colegio, pero al menos a él le gustaba ir. Decía que sus amigos eran el Benja y el Nico. Aprendió a escribir su nombre, era feliz escribiéndolo. Aprendió a escribir tata, yeya, toto, yeyé, maxi, papá y mamá, y pedía que le escribiéramos palabras para que él las pudiera copiar, así también escribía los demás nombres. “¿mamá como se escribe “mamá te amo”?” me preguntó una vez.

   Camilo quería leer, no alcanzó a aprender, pero siempre me pedía que le leyera cuentos, algunas noches le leía 10 cuentos y quería seguir. Sin haber aprendido aún, Camilo ya era amante de la lectura, sin saber que hay gente que sabe leer y no lo hace en años.

   Camilo fue vegetariano, amaba a los animales, pero a veces era brusco con la Leonor, su gata. 5 meses antes de que él se fuera, estábamos caminando en la calle y el vio un gato chico, de unos dos meses o menos, solo, y me dijo “mamá, tengo que llevármelo y cuidarlo”. Así fue como por primera vez llegó a nuestra casa un gato, algo impensado por completo en nuestra familia. Camilo adoraba a la Leonor, cuando estábamos eligiendo el nombre le propuse que fuera un nombre asexuado, porque no sabíamos si la gata era hembra o macho, y me dijo “Se llama Leonor!!! Si fuera hombre se puede llamar Leon o Leono”, listo, el hombre lo decidió! Que podía decir yo?. Ahora que sabemos que es macho, le decimos Leo. El Leo siempre dormía a los pies de la cama mientras estuvo el Cami. Los días que el Cami dormía donde su papá, el Leo no dormía en la cama, y nunca más durmió acá después de que el Cami se fue, excepto los primeros días, a mi me gusta pensar que el Leo dormía conmigo para consolarnos uno a otro por la inmensa desolación que reinaba acá el primer tiempo desde que se fue el Cami. Incluso la primera noche que dormí sin el Cami porque él ya se había ido, el Leo se acurrucó a mi lado y no ronroneaba, hacía un ruido que sonaba a llanto. Y olía los peluches y la ropa del Cami. Después, nunca más el Leo durmió acá en la cama donde dormíamos con el Cami.

   Camilo el último tiempo, se iba los sábados a la casa de su papá y volvía los domingos. Los sábados antes de irse me decía “chao mamá, no me extrañes, te amo” y los domingos al volver me decía “mamá te extrañe”.

   Camilo se dormía haciéndome cariño en el pelo y me despertaba con un beso. Antes de dormir me pedía que le leyera cuentos y el ultimo año también le gustaba escuchar la canción “Historia de un sueño” de la Oreja de Van Gogh para dormir. Camilo al dormir se destapaba siempre, así que despertaba dos, tres o más veces a taparlo y siempre me quedaba un par de segundos mirándolo.

   Las veces que yo desperté llorando porque soñaba que él se había ido para siempre, él me abrazaba y me secaba las lágrimas y me decía “mamá estoy acá”.

   Camilo… Camilo… Camilo ahora me hace suspirar y temblar al escribir su nombre. Era hermoso, me daba los abrazos más sinceros y llenos de amor que jamás he sentido.

   Los dos últimos días, cuando estuvo en el hospital, me pedía que le dibujara animales y él los pintaba, y pintaba soles. Y ya no se reía como se rió siempre, y estaba desesperado por venir a la casa, decía “necesito ir a la casa, no entienden???”. El ultimo día, cuando Camilo estuvo acá, no fue el que fue siempre, no reía, casi no sonreía, solamente estaba en calma, callado, abrazado a mí, haciéndome cariño, mirando todo, la Leo vino, subió a la cama, lo miró fijamente y se le acercó, el Cami le hizo cariño de la cabeza a la cola, la Leo lo miró de nuevo y se fue.

   Camilo antes de dormirse ese miércoles 18 de mayo, me dijo que no había que estar triste cuando alguien muere, que morir es sólo un cambio como las mariposas, como siempre decíamos, y que me iba a amar siempre. Se durmió a las 11 pm del miércoles. A la 1 am del jueves despertó, 10 minutos después quedó inconsciente, llegó inconsciente al hospital y no despertó más. No despertó nunca más. Y 15 horas después su corazón se detuvo. Yo estuve a su lado, pero mis ojos imperfectos no me permitieron ver cómo él salía de su cuerpecito, verlo siendo alma sin cuerpo físico, pero al menos lo sentí y supe que se fue en paz. Cuando ya se había ido, varias horas después, su cuerpecito tenía olor a flores.

   Camilo fue mi hijo 4 años y medio, más que estar conmigo, fui yo la que estuve con él, un alma así de grande como él te hace estar ahí, acompañándolo, eres tú quien está al lado de un alma así, eres tu quien goza de la dicha de estar ahí, puesta al lado, acompañando a un ser así.

   Cuando un alma así se va de tu lado, no es algo que pasa, no es algo del pasado, es algo que es parte de tu presente, día a día, a cada segundo. Cuando un hijo se va, no es algo que superas, porque nunca pasa a ser parte del pasado, no superas la situación, pero siempre te puedes superar a ti misma. Siempre puedes ser mejor que el día anterior.

10 comentarios:

  1. Un texto muy bien constituido, llegó a conmoverme por las cosas que dice y la entereza que demuestras...muchas gracias!

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    1. Con que mis palabras toquen el corazón y hagan recordar a mi hijo, me siento satisfecha. Un abrazo!

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  3. Debo confesar que por esas cosas del destino, empezamos a hablar de fotografía, y siempre me gusto ver fotos de Camilo era para mi de esos niños lindos que da gusto ver ... yo también soy padre y amo a mis hijos pero dentro de mi ignorancia echaba de menos ver mas fotos de el o mas reciente y hace poco me di cuenta de que el esta en otro plano ... eh leído todo el texto y es muy hermoso sentir en tus letras el inmenso amor que tienes, me conmueve profundamente...solo se que es un hermoso niño de una sonrisa cristalina y con cada persona que lea el seguirá acá de una manera especial no con egoísmo de retenerlo si no de disfrutarlo..

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    1. Gracias Israel, muy bonito lo que dices. Tengo la convicción de que a gente no muere... qué es la muerte? Cuando a veces ni vivos vivimos realmente.
      Por eso escribo de mi bebé, para no olvidarlo, para recordarlo, para que siga viviendo y para ver si a alguien le sirve de ago su historia y la mía.

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